Visitas:)

24 de agosto de 2013

Despertar así, a tu lado, sería perfecto. 8

Abro un ojo. Lo vuelvo a cerrar. ''Puf, cuánta luz.'' Pienso. Aprieto más y más los ojos, para no ver nada de luz, ya que odio intentar dormir y verla. Me gusta la oscuridad total. Pero nada, misión imposible. ''A despertarse se ha dicho.'' Vuelvo a pensar. Abro perezosamente los ojos y noto un brazo que pasa por mi cadera y me atrae hacia un cuerpo, con el busto desnudo y ardiente, y que me abraza, mientras me da un beso en el hombro. Me giro, algo asustada, en ese momento solo pienso en quién podrá ser, porque el sueño aun tiene mi mente algo confusa. Y si mi mente de normal no funciona muy bien, recién despertada es un desastre. En el proceso de girarme empiezo a observar el brazo. Moreno, bastante moreno, en comparación a él, mi brazo parece un azucarín. Sigo mirando, piernas largas, morenas también, pelo. Bastante pelo, en los brazos y en las piernas. ''Un chico'' pienso. Sigo subiendo la vista poco a poco, veo su tronco, moreno, otra vez. ''Que envidia, que bronceado más perfecto'' me digo a mi misma. En el pecho no tiene pelo. Mejor. ''Joven'' me pasa por la cabeza. Subo más y ahí está su rostro. Sonrisa perfecta, ojos marrones, normales, pero llenos de dulzura, y de algo de sueño. Se acaba de despertar también. Labios perfectos, nariz perfecta, pómulos perfectos, ojos perfectos, cejas perfectas, frente perfecta, pelo despeinádamente perfecto. Todo perfecto. Una sonrisa ilumina mi cara de dormida. Y en ese momento, cuando abro la boca para hablar, un beso corto, pero más que dulce me calla. Vuelvo a sonreír e intento hablar otra vez, pero está vez me interrumpe un: ''BUENOS DÍAS, ¿QUE TAL HA DORMIDO MI CHICA?

30 de mayo de 2013

Ella lo siente.

Llegas, pensando que faltan 2 minutos para verlo. Te sientas. Y al sentarte, notas, por fin, un descanso en las piernas. Que en ese mismo instante comienzan a temblar. En tu estómago hay una sensación que es algo parecido a un gato arañándote por dentro, con ganas de salir, ya sea por la boca, como por el ombligo. Piensas ''cálmate, idiota''. Pero nada, no hay manera. Paras la canción que lleva unos cinco minutos sonando en tus auriculares y te guardas el móvil con los auriculares en un mismo bolsillo de ese vaquero corto que llevas. En realidad no era corto cuándo lo compraste. Pero te gusta tanto, que lo has querido llevar también en verano. Entonces, cuando acabas de evadirte un poco, lo ves aparecer por la esquina. Lleva unas pantalones cortos vaqueros, azul tirando a claro, y una camiseta negra con rayas blancas. Los zapatos no te acaban de convencer, pero si los lleva él, te gustan. Se acerca a ti y le dices un feliz y cariñoso, a la vez que simple ''Hola''. Os dais dos besos, aun que por dentro, te hubiera encantado darle un beso, y dejarlo sin aliento.
Ahora, 10 u 11 meses después de esa escena, estás aquí, delante de una pantalla, con música de fondo, escribiendo todo esto. Y te das cuenta de algo.
Estáis peleados, por un error, muy común en ti, que no paras de hacer cada dos por tres. Hoy lo has vuelto a hacer, y te sientes fatal, pero él no te perdonará tan fácilmente como las otras veces. A la vez tienes miedo de que cumpla lo que en su momento dijo. ''No te hablaré en dos semanas.'' Tú no quieres que pase eso, pero joder, no paras de meter la pata. Y encima, siempre en lo mismo. Y al hacerlo, parece que ya no lo quieras, y que no sea nada para ti. Lo que él no sabe es que lo amas más que a tu vida, que siempre que te arreglas, es para él. Que lo primero que piensas al levantarte y al acostarte, es: Tengo un novio precioso, que me ama y me cuida. Soy más que afortunada. Pero a la hora de la verdad, no demuestras nada. Podrías decirle más a menudo que lo amas y que quieres un futuro a su lado. Pero no lo haces, simplemente porque eres estúpida, por no llamarte otra palabra más fuerte, que se que te afecta mucho.
Hoy, cuando lo veas, lo vas a abrazar, y lo vas a mimar y a besar. Y si te perdona, genial. Y si no, sigues insistiendo y no te enfadas a la primera de cambio. Lo vas a hacer, y si no lo haces tú, lo haré yo. Que al fin y al cabo, somos la misma persona. Solo hay una diferencia: tú lo has tratado mal y yo pienso arreglar lo que tú has jodido.

20 de noviembre de 2012

En mi ahora, y siempre.

Escenario: Tú y yo en el asiento trasero de un coche. El Pescao sonando de fondo. ''Buscando el sol''. Nuestra canción.
Empieza a sonar la canción por una de tantas emisoras que hay en el mundo. Y es que ya es casualidad que en ese momento exacto suene nuestra canción, en esa determinada emisora, a esa hora concreta y que estemos nosotros dos, juntos, en silencio para escucharla. Comienzan las primeras notas de la canción que ambos nos sabemos de memoria, y enseguida la reconocemos. Nos miramos, sonreímos y te digo: Escucha cari. Me sonríes cómplice y me abrazas más fuertemente. Nos pasamos los 3 minutos y medio que dura la canción en silencio, tarareándola, mientras tu me das varios besos en la frente. Besos que por cierto, me enamoran cada día más. Son tan cariñosos, tan protectores, tan todo... Mientras dura ese momento perfecto, no hago más que pensar que quiero tenerte así, abrazado a mi, protegiéndome y queriéndome todos y cada uno de los días de mi vida. Que te quiero a ti, y todo lo que te rodea, todo aquello que tenga que ver contigo, junto a mi, siempre. Y es que es tan, tan perfecto ese pensamiento que me hace esbozar sonrisas llenas de felicidad, y eso simplemente por imaginarlo. Imagínate como sería de feliz si ese sueño se cumpliera.
Para mi, ese momento fue uno de los mejores que hemos vivido. Que hay muchísimos, demasiados para contar, pero ese, para mi es muy memorable y extremadamente bonito. Si es que la música es algo precioso, que puede hacer aflorar tantísimos sentimientos que nos sorprenden. Se podría decir que tú eres mi música. Cada día me haces sentir algo diferente, me sorprendes, me haces llorar, me sacas sonrisas, risas y demás. Me das energía, me relajas, me evades de lo malo y me ayudas cuando todos me han fallado. Ser la música de alguien es muy difícil, y tú eres la mía, ahora y siempre.

21 de octubre de 2012

Je t'aime a mourir.

Abre un ojo y lo ve todo a oscuras porque la persiana está bajada. Pero aun así nota el frío de otoño. Que cada vez se nota más. Ya que en su armario ya no predominan la ropa corta, y todo son vaqueros, camisetas de manga larga y chaquetas. Al notar el frío coge sus dos mantitas y se acurruca más. Cierra los ojos e intenta volverse a dormir, pero no puede. Entonces se pone boca arriba y mira su techo. Y piensa ''¿Por qué no puedo dormir más?''. No consigue respuesta y sigue mirando hacia arriba sin pensar en nada en concreto, porque aun está medio dormida y no consigue tener pensamientos claros. Entonces, en un momento, una imagen fugaz pasa por su cabeza. Se concentra para darse cuenta de lo que es. Piensa en una sonrisa preciosa, unos ojos que al mirarla solo le transmiten amor. En unas manos que siempre están enredadas en su cintura. En unos dedos que suelen estar entrelazados con los suyos, en unos labios que la besan incluso cuando no se lo merece. En la voz que con el mínimo ruido que haga, le saca una sonrisa. Piensa en él. En lo mejor que tiene en su vida. En lo que la hace feliz. En algo precioso. Sonríe y, en ese momento, se da cuenta de lo afortunada que es.

20 de octubre de 2012

Cordeluna.

'' Se que suena idiota, y novelesco, pero sí, la quiero de una manera de la que antes me hubiera reído. Y ni siquiera sé bien por qué. Casi no nos conocemos y sin embargo es como si toda mi vida la hubiera estado buscando a ella; no a alguien como ella, sino a ella en concreto. ''

5 de septiembre de 2012

2 de octubre del 2011

Acontecimiento que sucedió hace ya casi un año. Pero los recuerdos están tan vivos en mi cabeza que parece que hubiera sido hace un par de días. 
El ambiente esa tarde era algo húmedo. Cabía la posibilidad de que lloviera, por eso en mi mochila llevaba un paraguas. Aun que aun hiciera calor, llevaba pantalones vaqueros y manga larga. Ya que el concierto comenzaba a las 10, y a esas horas el clima es bastante fresco. Mis compañeras y yo nos encontrábamos en la cola dos horas antes de que empezara. Queríamos ser las primeras, y estar en la primera fila. Mientras, sentadas en un bordillo, escuchamos a la banda tocar y a mi se me llenaban los ojos de lágrimas. Hacía mucho que amaba esas canciones, que no paraba de escucharlas, noche tras noche, y ahora, las oiría a apenas 5 metros de mi. La emoción se apoderaba de mi y salía por mis ojos. 
El portero abrió la puerta del instituto donde se celebraba y todas entramos corriendo, para situarnos en buen sitio. Aun tuvimos que esperar a que salieran al escenario. Escuchamos a los teloneros. Por aquel entonces, yo no sabía que era un grupo tan fantástico. Ya que estaba demasiado emocionada por ver a Maldita Nerea. Pero meses después descubrí que eran enormes, y que su música me ayudaría a superar muchísimas dificultades. 
Una hora después, el esperado grupo salió al escenario. Mi emoción, que se guardaba en el fondo de mi estómago, reventó. Y salió por mi boca en formato chillido. Cantaba a todo pulmón cada canción. Una tras otra, notaba como mi voz perdía potencia y empecé a temer quedarme sin ella. Y así fue. Hubo una canción en la que no me salía la voz, y me vi obligada a callarme  4 minutos, que se me hicieron eternos. A la siguiente, ya pude cantar. Con una voz un poco diferente, pero daba igual. 
Después de saltar, chillar, aplaudir, reír y estar a punto de llorar, el concierto llegaba a su fin. Pero aun faltaban canciones que escuchar, que cantar, que disfrutar. Y entonces sonó una que emocionó a todo el público. Que comenzó a cantar en coro e hizo que el cantante enmudeciera. A cada rostro que me giraba a mirar, podía observar las lágrimas en sus ojos. En los míos también habían. Un par de canciones después sonó la que yo más esperaba. 
En una milésima de segundo mis ojos empezaron a echar agua, como si de una fuente se tratase. Cantaba, eso está claro, pero el llanto ahogaba muchas de mis palabras. Era treméndamente romántica, y eso hacía que mi emoción fuera más grande.
Llegó el final de la actuación. Que nos hizo agacharnos a todas las tortugas, y luego saltar. La verdad es que fue emocionante. 
Cuando todo acabó, y Jorge Ruíz se despidió de Gandía, mis amigas y yo nos dirigíamos a la salida. Hablando de lo espectacular que había sido. Las cuatro medio afónicas, pero felices. 
Y para finalizar, puedo decir, con la cabeza bien alta, que el 2 de octubre ha sido, de momento, la mejor noche de mi vida, con diferencia.

19 de agosto de 2012

I should mark my skin with your name.

Ahora mismo me siento feliz. Así sin más. Por el simple hecho de que tengo a la persona más maravillosa del mundo a mi lado. Queriéndome y cuidándome. La persona que siempre que me levanto temprano se queja de que duermo poco, pero que cuando me levanto tarde, se queja de que me echa de menos y que soy una dormilona. La persona que se pasa horas y horas hablando conmigo e intenta que siempre podamos hablar lo máximo posible. Él es quien me saca mis mejores sonrisas, aun que muchas de ellas no las vea. Porque van dedicadas a la pantalla. Es quien me llama tonta, fea, rubia y rara, pero siempre acompañado de un ' pero yo te quiero '. Es quien camina veinte minutos cada día para verme. Me espera en mi portal y al verme salir por la puerta sonríe. Sin saber que cada día me enamora más gracias a esa sonrisa. Es quien me ha hecho llorar unas cuantas veces, pero todas esos llantos son compensados por las veces que me ha hecho reír. Él es quien se queda despierto hasta las tres de la madrugada, de pie en su habitación, junto a la puerta, para coger Wi-Fi y poder hablar conmigo cuanto pueda. Es quien se disculpa cuando ya no aguanta más el cansancio y necesita dormir. 
Que mañana hará dos meses que lo conocí, y nunca olvidaré ese día. Cualquier lugar hubiera sido precioso para conocer a quien quiero que me despierte todas las mañanas del resto de mi vida. Pero esa presentación fue mucho más bonita aun, porque fue en Londres. No fue algo típico. Y eso me gusta. 
A veces me cuesta creer lo feliz que me puede hacer con un simple: ' Buenos días pequeña '. Que hace que sonría cada vez que me lo dice. O la sensación que me hace sentir cuando me dice ' te quiero '. O las ganas que me dan de no soltarlo cuando lo abrazo. Dudo que sepa nada de esto, porque simplemente no se lo digo. Pero es la persona que más me hace en el mundo, la que más me importa y con la que no me importaría compartir el resto de mi vida. Porque él es así, es así de especial, tanto, que hasta le he hecho un hueco en mi futuro, un hueco donde me imagino que me despierta cada mañana, me besa y preparamos el desayuno. Que me hace rabiar con sus tonterías de niño, aun teniendo ya una edad, y que lo soluciona a besos. Que me saca de casa a rastras, y otras veces yo a él. Que me lleva en brazos hasta la cama, como le gusta hacer, pero a mi me da miedo. Que me quiere, que me quiere infinito. Y que siempre me querrá. Y seremos felices, con altibajos, pero felices. Y así para siempre. Cosas así me imagino yo cuando él no está para distraerme hablándome. Y cosas así me gustaría que pasaran, durante mucho tiempo. 

2 de agosto de 2012

Llegan y...¡zas! , te rompen en pedazos.

Se, casi seguro, que no hay nadie en el mundo que no se arrepienta de algo de su pasado. Yo soy la primera que lo hace. A veces me paro a pensar en todo. Y suelo preguntarme cómo lo pude hacer tan mal. ¿Dónde estaba mi mente mientras yo tomaba esas decisiones? En la luna. Que es donde está casi siempre. No me gusta el sentimiento de arrepentimiento. Ni el de tener que ocultar algo. Que hay gente que lo sabe, sí, pero a discreción. Y eso no me gusta. Me gustaría ser transparente, sin nudos, ni laberintos, que hacen que entenderme se haga una tarea difícil. La mayoría de las personas, viven con el pasado. Pocas, por no decir ninguna, lo olvida. Y es que olvidar es imposible, se aprende a vivir con o sin ello, pero no se olvida. A veces no consigues vivir sabiendo el daño que te han hecho. O el daño que tu has provocado en personas a las que querías. Lo único que puedes hacer es cambiar. Cambiar mi forma de ser. Ya que antes no me gustaba como era. Y cambiar a mejor. Ser mejor persona. Esa persona que siempre está ahí, a pesar del dolor, y de las lágrimas. La que intenta sacar una sonrisa cuando ella muere por dentro. A la que le sea más fácil sonreír, que contar lo que tanto la reconcome por dentro. Quien no deja que se preocupen por ella, porque sabe que puede apañarse con su dolor ella sola. La que se preocupa por casi todos e intenta ayudar en lo posible, y en lo que no lo es tanto. La que promete siempres e intenta conseguirlos. Y yo creo, que después de tanto tiempo, he conseguido cambiar. No se si a mejor o a peor. Yo, sinceramente, lo intentaba cambiar a mejor. Y creo que lo he conseguido. Y cuando eres feliz, y piensas que estás en paz con todo aquello que te persigue, día y noche, a todas horas. Todo en lo que, cuando piensas en eso, te hace llorar. Y sentirte la persona más tonta sobre la faz de la tierra. Cuando creo que todo va bien, y la felicidad llama a la puerta, PUM. Se va corriendo por las escaleras. Porque en ese momento aparece alguien que no lo ha olvidado. Y remueve y remueve la mierda que tu guardas dentro, escondida, hasta extenderla por todas partes. Hasta que no puedes más con ella. Y lo peor, es que eso no te afecta solo a ti, que va. Afecta a los que tienes a tu alrededor. Y eso me mata. No soy capaz de aceptar que mis actos, impliquen el dolor de personas que no tienen nada que ver en ellas.
Solo me queda decir que espero, con todas y cada una de mis fuerzas, que algún día haya una persona en el mundo que me escuche cuando yo esté dispuesta a contarlo todo, que aguante mis lágrimas mientras lo cuento y al final me diga: '' Da igual, todo da igual. Has cambiado, yo lo se, y tu también. Y te quiero así''

15 de julio de 2012

Rutina, sí, pero también felicidad.

El calor, algo sofocante, entra por la ventana de mi habitación. Los rayos de sol de la mañana le hacen compañía. Y, la pared blanca que está delante de mi ventana, refleja el sol y hace que las cuatro paredes que me rodean parezcan más amarillas de lo que son. Así todas las mañanas. Parece como si los tres factores se aliaran en contra mía. Rayos de sol, calor y pared blanca. Y, definitivamente, creo que se juntan todas las mañanas con el fin de despertarme, ya que la luz por las mañanas es una de las cosas que más odio en el mundo. Justo después de las serpientes, los tiburones, las algas y las medusas. Cuando la luz entra en mi habitación, poco a poco penetra por mis poros de la piel hasta que el calor se hace insufrible y tengo la obligación de despertarme. Además se que de un momento a otro entrará en mi estancia mi querido padre, rompiendo la más mínima pizca de tranquilidad que consigo por las mañanas, diciéndome que tengo que sacar a pasear a mi animal de compañía, una schnauzer preciosa, de seis añitos. Por cierto, la raza schnauzer es precedente de Alemania. Yo tengo raíces alemanas. ¿Casualidad? No creo. Pero bueno, como iba diciendo, me levanto de mi cómoda cama, que me da ofrecido tantísimas noches de descanso y me voy vistiendo para dar un paseo con Crisma (mi mascota). Pero no sin antes coger mi móvil de marca Blackberry, o como a mi me gusta llamarla ''Cacaberry'', encender el WhatsApp y mandarle un mensaje a una personita que me pide que la despierte todas las mañanas, nada más yo abra los ojos. Y eso es lo que hago, cada mañana. Hablo un poquito con esa persona mientras desayuno, recojo los platos y, por fin, voy a dar el paseo. Nada más entro en casa, vuelvo a usar mi móvil, y le vuelvo a hablar. Así hasta que llega la hora de comer. Me alimento, hablo de cosas sin sentido, o a veces hasta importantes, con mis papás y luego me tumbo en mi cama o, quizás, en la de mi madre, que es mucho más cómoda. Y así me paso horas tumbada y hablando con la mencionada persona. Hasta que mi conciencia me dice que debería hacer algo de deberes, porque si no mi madre se enfadará y acabaré diciendo adiós a eso de salir cada tarde. Y no quisiera pasarme las tardes encerrada en casa. Cuando acabo los deberes me doy una ducha y empiezo a prepararme para salir por la tarde. Cada día es una persona o personas diferente. Pero mientras me preparo, no puede faltar el hablar con la persona mencionada ya tantas veces. Me voy.
Vuelvo a casa. Doy otro paseo con mi mascota y me dispongo a cenar. Muchas veces en el salón con mi padre y otras muchas veces en mi habitación, con la compañía de la televisión. Sin la que por cierto se me haría difícil, por no decir insoportable, vivir. Después uso el ordenador. Mucho, muchísimo. Demasiado según mi madre. Hasta que llegan las doce y media y... ¡Tachán! Se conecta. Y hablamos, y hablamos y seguimos hablando hasta que dan las tantas. Y mi cuerpo me pide por favor que me duerma ya. Así que, con pena, le digo adiós, le mando besos y, más nuevamente, le digo 'te quiero'. Me duermo y con suerte, más de una noche sueño algo relacionado con quien hablé anteriormente. 
Al día siguiente por la mañana se repite el ritual de los rayos de sol, el calor y la pared blanca. Y todo lo demás también. La rutina de los días de verano. Pero es una rutina que me hace extremadamente feliz.

2 de junio de 2012

A girl with new converse. (I)

Aquí estoy otra vez. Delante de la pantalla del ordenador de mi madre. Ya que el mio va muy lento. Pensando en qué escribir. Por que me apetece, pero  me cuesta decidirme. 
Pero creo que ya lo tengo. 
Voy a describirme. Bueno, a decir lo que no todos ven en mi. Lo que hay debajo de la piel. Y lo que pocos se molestan en conocer.
La verdad, es que soy una chica muy sensible. Como tantas otras. A veces me dicen que soy rara, otras que soy especial y otras que simplemente no tengo definición. Pero yo creo que todo es a causa de la adolescencia y porque mis padres siempre me han intentado criar siguiendo mi corazón, y no el de los demás. La verdad, es que escribiendo, ya sea a mano o a ordenador, puedo parecer una chica muy sensible, cariñosa y que siempre tiene algo que decir. Pero en persona es diferente. En persona muchas veces me vuelvo fría, porque simplemente me viene de familia. Desciendo de una mezcla de rumana y alemán. No se que esperan de mi. No son personas especialmente cariñosas. Por eso a veces, me da vergüenza soltar un te amo en medio de un beso, o un te quiero a una amiga, o a mis padres. Pensándolo bien, desde que tengo memoria, nunca les he dicho te quiero a mis padres. Pero ellos me conocen, y saben de sobra que los quiero como a mi vida. Aun que ellos no son quienes me preocupan. Quien me preocupa, es la persona que espera a lo mejor mucho más cariño de mi del que yo estoy acostumbrada a dar. Y quizás, cuando yo lo empiece a intentar dar, él ya no quiera esperar. Ese es un miedo con el que vivo constantemente. Muchas veces, me quedo sin palabras. Sin saber que decir a una persona que lo está pasando mal. Mil palabras vuelan en mi cabeza, convirtiéndose en frases, pero mi boca no se atreve a decirlas. A pesar de que a lo mejor ayudarían a quien lo pasa mal. Pero no puedo. A veces, simplemente, abrazo a quien lo necesite, le doy un beso, y digo que todo irá bien. Pero se que necesita algo más, necesita que alguien lo consuele, con palabras correctas. Las palabras que yo pienso y no digo. También ocurre que me cuesta ser cariñosa con alguien. Tiene que pasar mucho tiempo, para llegar a ser con esa persona tan cariñosa como debo. Eso sí, cuando quiero y tengo humor, soy una persona de lo más sociable. Y casi siempre tengo tema de conversación con todo el mundo. En cuento a mis amigos... Soy la mejor amiga que puedo ser. Intento animar a quien está mal, apoyarlos en sus decisiones y secar alguna lágrima que otra cuando no debe ser derramada. Pero está claro, que nunca lo consigo. Y desde que puedo recordar hasta ahora, he perdido muchos amigos. Más de los que me gustaría. Algunos de ellos, que no quería perder nunca. 
Y en cuanto al amor... ¿Qué decir? Que tengo más sentimientos ocultos que una tortuga. Que cuando quiero a alguien, es con todo mi corazón, y si me lo rompe, lo sigo queriendo con los pedacitos. Que lo doy todo y a veces no recibo nada a cambio. Pero otras veces sí, y a veces, me recompensa dar todo de mi. Que a veces, me apetece cogerlo y matarlo a besos. Cogerlo y hacer que viva en mi habitación, para siempre. Tener una relación de cuento de princesas. Con un fueron felices y comieron perdices. Y con muchos hijos correteando por casa y los padres riendo desde el sofá. A veces, me apetece pensar en mi boda. En entrar a la iglesia como una princesa, vestida de blanco. Con un vestido precioso. Que todos se pongan en mi, que a mis padres se le salten las lágrimas y que mi prometido, al llegar al altar, me diga un : '' me voy a casar con la mujer más preciosa del mundo''. Aun que no sea verdad, y lo se. Pero es lo que me gustaría que pasara. Los típicos sueños, que una tiene y nunca cuenta, a nadie. Por que sabe que pensarán que es una ilusa, y una tonta. 
(Con todo esto, me he dado cuenta de que contar cosas de mi, se hace muy largo, porque tengo muchísimas cosas que decir. Así que, una vez al mes, escribiré una entrada. Con este mismo título, pero con un (II) o (III) o (IV) al lado.)
Solo me queda decir por hoy, que me encantaría ir a mi habitación, tumbarme en la cama junto a Pablo. Abrazarnos. Ver CSI. Darnos un par de besos tontos. Taparnos la pequeña manta y dormir. Dormir tranquilos. Sin problemas, sin pesadillas, felices. Y así para siempre. O simplemente hasta mañana por la mañana.
En fin... Que los sueños, sueños son. Y no se cumplirán todos, lo se. Pero '' Mientras hayan esperanzas y recuerdos... Habrá poesía'' (Gustavo Adolfo Bécquer)