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21 de octubre de 2012

Je t'aime a mourir.

Abre un ojo y lo ve todo a oscuras porque la persiana está bajada. Pero aun así nota el frío de otoño. Que cada vez se nota más. Ya que en su armario ya no predominan la ropa corta, y todo son vaqueros, camisetas de manga larga y chaquetas. Al notar el frío coge sus dos mantitas y se acurruca más. Cierra los ojos e intenta volverse a dormir, pero no puede. Entonces se pone boca arriba y mira su techo. Y piensa ''¿Por qué no puedo dormir más?''. No consigue respuesta y sigue mirando hacia arriba sin pensar en nada en concreto, porque aun está medio dormida y no consigue tener pensamientos claros. Entonces, en un momento, una imagen fugaz pasa por su cabeza. Se concentra para darse cuenta de lo que es. Piensa en una sonrisa preciosa, unos ojos que al mirarla solo le transmiten amor. En unas manos que siempre están enredadas en su cintura. En unos dedos que suelen estar entrelazados con los suyos, en unos labios que la besan incluso cuando no se lo merece. En la voz que con el mínimo ruido que haga, le saca una sonrisa. Piensa en él. En lo mejor que tiene en su vida. En lo que la hace feliz. En algo precioso. Sonríe y, en ese momento, se da cuenta de lo afortunada que es.

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